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EL SUFRIMIENTO APRENDIDO, EL SUFRIMIENTO IMPUESTO
Cuando se habla de términos como “Felicidad” o de algo que parece más accesible a las personas como el “Bienestar”, encontramos en la otra orilla de la calle de las posibilidades el sufrimiento, definido este, en una de sus acepciones, por la Real Academia Española de la Lengua, como: “Sentir un daño moral”. (RAE, 2022)
El sufrimiento ha existido desde el inicio mismo de la humanidad y ha sido identificado como dukkha que, en lengua Pali, relacionada con la tradición budista, se asocia a estados de descontento o de insatisfacción. Estas expresiones dan luces sobre la definición del sufrimiento.
Por muchas razones, la cultura nos ha enseñado que el sufrimiento es el estado común y corriente de esta sociedad y de las que nos antecedieron, tanto que, algunas religiones, han capitalizado esta creencia generalizada, imponiendo a manera de rezos o mantras de pesimismo, expresiones recitadas una y otra vez como aquella que dice: “Dios te salve, a Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.” (Diocese of St. Petersburg, 2022)
Las expresiones populares, a través de la música, han hecho lo propio. Basta con leer atentamente algunas canciones para observar el arraigo que el sufrimiento tiene en las comunidades: “Anoche no pude llegar a ti, quise dar un grito pa desahogar. Entonces me puse fue a meditar que, uno viene al mundo es pa sufrir” (Rojas, 1982)
Ese sufrimiento, con el paso de los siglos y de la historia del ser humano, se ha venido incrementando, debido a las demandas de la sociedad, a las imposiciones laborales, a las obligaciones del sistema productivo y al mantenimiento de nuestros esquemas económicos, hasta desembocar desde las sociedades rurales a las urbes esquizofrénicas donde lo importante, en términos de Francisco José de Caldas (1814) es el “vencer o morir”. Y para vencer se establecen retos sobredimensionados que, literalmente, si no se afrontan adecuadamente, producen enfermedades y muertes derivadas de estas.
El sufrimiento, aunque en apariencia no es lo mismo, puede ser asimilado o traducido en términos un poco más técnicos o postmodernos, con el nombre de estrés. “El estrés es considerado la enfermedad del siglo XXI, según los expertos, que lo atribuyen al estilo de vida tan frenético de la actualidad”. (López, 2020)
Tanta incidencia tiene el estrés en temas de salud que, la mismísima Organización Mundial de la Salud, refiriéndose específicamente al estrés laboral, ha señalado que es una reacción de los individuos que se genera por las diferentes exigencias y presiones laborales que llegan a superar los conocimientos o capacidades de las personas, haciendo que se debilite o se ponga a prueba o en riesgo, la capacidad de hacerle frente a estas situaciones. (Lacosta Vidal, 2019)
ESTRÉS DEL BUENO
En el cerebro primitivo de los seres humanos subyace un mecanismo de respuesta ante las amenazas: el detonante de atacar o huir ante una amenaza, lo cual sigue teniendo vigencia, pero enmarcado dentro de las normas sociales del siglo XXI, no sería procedente validar -por ejemplo- el ataque al jefe de la empresa, como respuesta a una amenaza laboral. Esta es parte de la complejidad de los seres humanos: aprender el afrontamiento y gestionar adecuadamente las emociones, cosas que, al hacerlas nos diferencian, ahí sí, de los animales salvajes. El reto, sin duda, para cada individuo es el de convertirse en lo que es: un ser humano: una especie única, mágica y diferente de las demás.
Así, lejos de satanizar el estrés, es necesario señalar que este es un mecanismo necesario para los seres humanos. Al comienzo de la historia, podemos imaginar las sociedades primitivas en su necesidad de conseguir alimentos. El cazador, ante el estrés de tener que alimentar a su familia o comunidad, aceptaba el reto de enfrentar los peligros, capturar su presa y tener el feliz desenlace de proveer a los suyos. La caza era la meta de su vida, el alimento su trofeo y la supervivencia de la especie, su satisfacción.
Al igual que el cazador primitivo, las personas del Siglo XXI tienen la oportunidad de generar una respuesta cognitiva-positiva al estrés, de manera saludable, satisfactoria, con emociones positivas, donde las demandas laborales se conviertan en retos con resultados satisfactorios. Este, es un tipo de estrés denominado eustress, uno de los focos de la Psicología Positiva. El contrario, el conocido, el que genera dificultades y problemas de salud mental y física, se denomina distress. (Lacosta Vidal, 2019)
Dicho lo anterior, las personas tienen posibilidades: hacer de su estrés un eustress o un distress, donde al parecer, el asunto se resuelve con ACTITUD.
Las personas con eustress tienen como patrón de conducta interés por el éxito, pero son pacientes, se implican, convierten dificultades en oportunidades y buscan el servir y el bienestar propio y el común. Además, poseen un locus interno donde asumen sus propias responsabilidades y afrontan soluciones, tolerando la ambigüedad, manteniendo su autoestima, motivación y satisfacción.
El caso opuesto son las personas con distress: impacientes, con esfuerzo desmedido por los logros, altamente perfeccionistas, imbuidos en una salvaje competitividad e implicación excesiva. Su locus externo los inclina a creer en la suerte, percibiendo amenazas en cada situación ambigua, cayendo en la negación, evitación, culpabilización, impulsividad y victimización. Estas personas son muy propensas a padecimientos serios de salud mental y física que se empiezan a manifestar en aspectos fisiológicos, psicosomáticos, emocionales, cognitivos, conductuales y sociales.
Elsa Punset, señala que: “Ante el mundo solo hay dos actitudes: amor o miedo”, así que, ¿cuál es la actitud ante el estrés? Con amor: eustress. Con miedo: distress. Y algo significativo que también señala esta autora: “Un amigo mío indio me dijo: “A vosotros os entierran a los 80 años, pero os morís a los 20”. Me hizo pensar… Hoy sabemos que nuestro cerebro es muy plástico: ¡podemos reinventarnos cada día durante 80 años! No lo hacemos. ¡Atrevámonos, pues es posible!”. (Puset, 2021)
Así que, quien lee estas líneas tiene la oportunidad de elegir el tipo de estrés que le acompañe en su vida.
EL PROBLEMA ORGANIZACIONAL
Las emociones son como un virus, se propagan como tales y si en una organización son negativas producen estrés colectivo a través de mecanismos eficaces que generan interpretaciones, experiencias y conductas compartidas. Así funcionan, por ejemplo, los rumores a los que se les da crédito de fiabilidad.
Más allá de determinar la culpabilidad de una empresa, es necesario señalar que, así como la organización influye en las personas, las personas -cada una- influyen en la primera, razones suficientes para que estos espacios laborales realicen programas o intervenciones organizacionales que generen en sus integrantes oportunidades, bienestar, experiencias positivas y crecimiento, donde se genere esperanza, optimismo, confianza y autoeficacia.
Es necesario entonces, en las organizaciones, comenzar a revisar asuntos como el Mobbing (acoso laboral), el crono-estrés (generado por horarios inadecuados de trabajo), la precariedad de las condiciones laborales, el estrés postraumático (después de sentirse amenazada una persona) o el síndrome de Burnout (donde la persona se siente “quemada”, con cansancio emocional, despersonalizada, irritable, de respuestas frías e impersonales, sintiendo una falta de realización personal).
Cuando las personas de una organización presentan recurrentes incapacidades médicas por problemas cardiovasculares, endocrinos, gastrointestinales, inmunitarios y emocionales (ansiedad y depresión), las acciones deberán ser correctivas y ya no preventivas, como debería ser. Estas señales de alerta hacen que, además del no bienestar de las personas, la empresa pueda llegar a ser inviable. (Vázquez, 2018)
Las organizaciones y las personas deben evitar llegar al estrés crónico. Si bien es cierto que los seres humanos poseen un mecanismo denominado alostasis que lo protege de las situaciones estresantes, no es menos cierto que este, como cualquier mecanismo, se puede desgastar hasta agotarse, cuando la carga alostática se acumula o termina siendo superada cuando la impredecibilidad y la controlabilidad de los acontecimientos, no encuentran un afrontamiento adecuado.
Las organizaciones tienen el deber humanitario de establecer al interior de las mismas, los sistemas de seguridad y de salud en el trabajo, asunto este recomendado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT).
LA OPORTUNIDAD PERSONAL: NI ANSIEDAD NI DEPRESIÓN
Las personas, paralelamente o separadas de las acciones que tome la organización a la que se encuentras vinculadas pueden tomar acciones para el control del estrés y en especial -además de evitar las complicaciones a nivel de salud física- prevenir la ansiedad y la depresión.
En este apartado, señalaremos la necesidad, muy difundida en la actualidad de “Vivir el momento presente”, de vivir en “el aquí y el ahora”. El maravilloso escritor argentino Jorge Luis Borges, advertía: El tiempo, siempre desertor de un pasado, siempre codicioso de un porvenir.” (Peral, 2012)
Vivir en el pasado, sin desertar del mismo, produce depresión. Codiciar el porvenir, ansiedad. No en vano San Agustín señalaba al Aquí y al Ahora como el “Presente del presente”, indicado que cada acto que realice el ser humano, aunque parezca una repetición, debe realizarse por primera vez. No existen dos momentos iguales y, seguramente, cuando le preguntaban por el pasado, lo definía como “el presente del pasado”, o la “memoria presente de lo pasado”. Y cuando le señalaban el futuro, lo resignificaba como “Presente del futuro” o “expectativa presente del futuro”.
Sanar esa memoria presente de lo pasado y evitar la pre-ocupación por la expectativa presente del futuro, no solamente nos impulsa a vivir en el presente, en el aquí y en ahora, nos evita la depresión de lo vivido y la ansiedad del porvenir. Al fin y al cabo, hay situaciones en la vida sobre las que tenemos el control para modificar y otras no. El grupo de los Alcohólicos Anónimos tiene dentro de sus enseñanzas, una atribuida a muchos teólogos, filósofos y religiosos, sin poder haber sigo establecido su origen real, pero que se comparte por su pertinencia:
“Dios mío: dame serenidad para asumir las cosas que no puedo cambiar;
dame valor para cambiar las cosas que puedo cambiar
y dame la inteligencia para saber diferenciarlas”.
PROGRAMA DE REDUCCIÓN DEL ESTRÉS BASADO EN MINDFULNESS
El Programa de Reducción de Estrés Basado en la Atención Plena (REBAP) es un regalo que le da a la humanidad Jon Kabat-Zinn, profesor norteamericano de medicina y creador de la Clínica de reducción del estrés y el Centro de atención plena en medicina, atención médica y sociedad de la Facultad de medicina de la Universidad de Massachusetts.
"Mindfulness o atención plena, es estar completamente despierto en nuestras vidas. Se trata de percibir la exquisita intensidad de cada momento..." (Kabat-Zinn, 2022)
“La mayoría de nosotros, nos sorprendemos cuando esto sucede, tal vez mientras caminas por un sendero de montaña en un hermoso día de otoño, o cuando estás tan concentrado en el trabajo o en el juego que no piensas en el pasado o en el futuro, o cuando conectas con alguien de tal manera que hace que parezca que el tiempo se detuvo. Este estado de estar vivo y completamente en el momento presente siempre está a nuestra disposición, pero por lo general se nos escapa, sobre todo en momentos difíciles y con presiones externas.” (Kabat-Zinn, 2022)
El Mindfulness es la salida al estrés, a la ansiedad, a la depresión, a los problemas de salud física y mental que se derivan de lo señalado.
Si este es su caso, acuda a ayuda en expertos en Mindfulness en su región o, si lo prefiere, visite la página Web del Dr. Jon Kabat-Zinn (AQUÍ) o contáctenos en Estar Bien:
Álvaro Posse
Psicológo, Educador y Bloguero colombiano.
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Referencias
Caldas, F. J. (12 de Julio de 2022). Escuela de Ingenieros Militares de Colombia. Obtenido de Vencer o Morir: https://www.esing.mil.co/lema-vencer-o-morir/
Diocese of St. Petersburg. (12 de Noviembre de 2022). Dosp. Obtenido de Salve Regina: https://www.dosp.org/wp-content/uploads/19_Salve-Regina-Bilingual.pdf
Kabat-Zinn, J. (12 de Noviembre de 2022). Palousemindfulness. Obtenido de Mindfulness-Based Stress Reduction: https://palousemindfulness.com/es/index.html
Lacosta Vidal, V. (2019). El estrés laboral, análisis y prevención. Zaragoza: Universidad de Zaragoza.
López, M. J. (10 de Febrero de 2020). Infosalus. Obtenido de Los expertos consideran el estrés como la enfermedad del siglo XXI por el estilo de vida frenético actual: https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-expertos-consideran-estres-enfermedad-siglo-xxi-estilo-vida-frenetico-actual-20200210105823.html
Peral, B. (2012). Luz, más luz: lecciones de filosofía vital de un psiquiatra. Paris: Desclée de Brouwer.
Puset, E. (1 de Noviembre de 2021). Cambiemos la educación. Obtenido de Elsa Punset, “Ante el mundo hay sólo dos actitudes: o miedo o amor”: https://cambiemoslaeducacion.wordpress.com/2015/05/05/elsa-punset-ante-el-mundo-hay-solo-dos-actitudes-o-miedo-o-amor/
RAE. (12 de Noviembre de 2022). DRAE. Obtenido de Sufrir: https://dle.rae.es/sufrir
Rojas, H. (1982). El Pescador de Barú. Medellín: Discos Fuentes.
Vázquez, A. (2018). Manual de psicología de la salud. Barcelona: Larousse.
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