Querido cuerpo:
Hoy quiero reconciliarme contigo por todos estos años de ignorarte en tu presencia. Siempre has estado conmigo en todos y cada uno de los momentos de mi vida, pacientemente, diciéndome una y otra vez las cosas que necesitaba saber de mí, pero que siempre ignoré.
Hoy, siete meses después de escucharte por fin, me has hecho comprender que, primero importo yo y que pese a esta vieja juventud que nos acompaña, no hay tiempo que perder.
Gracias, perdóname, te amo, me amo.
Sigamos caminando juntos, pero esta vez cuidándote, observándote, acudiendo a tu voz, creciendo, floreciendo hasta el día que me digas: Vuela. Vuela solo. Es el momento de decir adiós. Es el fin de este camino. ¡Valió la pena!
Ese día recordaré cada parte de ti. Cada parte que me permitió ver, oir, sentir, degustar, oler, percibir, pero sobre todo, agradecer.
¡Sigamos juntos!
Atentamente,
Álvaro Posse
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Imagen de Andrew Lloyden Pixabay
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