Serie ZENCILLEZ, Lección 7/100
En Colombia la cultura cafetera está bastante arraigada, principalmente -por supuesto- en las zonas donde se produce, una de ellas el llamado eje cafetero compuesto por cuatro subregiones representadas cada una por una ciudad principal: Pereira (Risaralda), Manizales (Caldas), Armenia (Quindío) y Cartago (Norte del Valle del Cauca).
Una semilla de café tarda aproximadamente entre dos y seis meses para germinar y transformarse en una planta que, en su juventud debe ser protegida por su fragilidad. Los primeros frutos que se podrán cosechar aparecen entre los 4 y los 5 años. Esos frutos antes, aparecen en forma de flores que se convierten en cerezas de café, en una transformación que se lleva entre 30 y 35 semanas.
La cosecha del café se realiza a mano quitando las cerezas rojas de las ramas, de manera selectiva. Una vez recolectadas se procesan para sacar los granos de los frutos a través de un proceso de secado o de un proceso húmedo para pasar luego a la trilla y a la selección de los mismos. Luego se tuestan y se muelen. Ahí ya está listo el café para ser preparado en una multitud de recetas que brindan igual cantidad de posibilidades de consumo placentero.
Diríamos entonces que ese placer está precedido de un gran esfuerzo. No existe placer alguno que no lo demande. En el caso del café están involucrados: la naturaleza, los caficultores, los industriales, los comerciantes y los consumidores: si uno de ellos llegara a detenerse, no habría posibilidad alguna de disfrutar de una deliciosa taza de café. Estamos en un sistema, en una comunidad donde todos aportan a su funcionamiento y reciben, a cambio, compensaciones.
¿Compensaciones? Sí. La compensación que, no solamente es un concepto sino una ley que rige la vida, es toda acción o servicio que genera un derecho a ser retribuido, no solamente en el plano material sino también en el plano espiritual. Si bien es cierto que dentro de las enseñanzas espirituales está el "dar sin esperar recibir nada a cambio" también es cierto, en la vía contraria que, recibir sin dar provoca actitudes de incapacidad, de evadirse de asumir responsabilidades y obligaciones, al punto que crean personas que abusan de los demás hasta llegar a sentirse merecedores de cualquier cosa sin ofrecer a cambio esfuerzo alguno.
La caridad entendida como la ayuda al prójimo, no se desvirtúa al conocer la ley de la compensación: todas las sabidurías orientales y las heredadas del judeo-cristianismo ponen el servicio al prójimo en un lugar de relevancia y por supuesto, debe nacer del corazón el apoyar al hambriento, al sediento, al forastero a quien tiene necesidad de vestuario, al enfermo, al preso (3), pero las personas que pasan por pruebas temporales están en el deber de agradecer, de esforzarse y dar compensación retributiva. La biblia dice: “Esfuérzate y sé valiente” (4) y “es más bienaventurado dar que recibir” (5)
Ninguna persona está en posición -salvo casos excepcionales de edad o de condiciones de salud física o mental- de pretender recibir sin dar nada a cambio. Prácticamente la labor profesional de pedir es inaceptable porque no aporta en absoluto nada a la sociedad. Las personas están en la obligación de trabajar bajo el abrigo de un empleador o convirtiéndose en uno de ellos o en emprendedor independiente. En el primero de los casos, por ejemplo, en el plano laboral, el budismo da muestras de lo que debe ser la relación entre el patrón y el trabajador, señalando como obligaciones del primero: “Hacer que los empleados trabajen de acuerdo a sus habilidades, proveerlos de buen alimento y amplia compensación, brindarles cualquier comida deliciosa y hacer que descansen en los momentos apropiados”.
Como compensación y a cambio el empleado debe servir a su patrón teniendo los siguientes puntos en mente: “(…) ser honesto en todo momento, ser diestro en el trabajo y no traer la desgracia al buen nombre del patrón.” (6)
Así que, levántate, esfuérzate y luego, disfruta de un buen café, valorando no solamente su sabor sino todas las personas que como tú aportaron para hacerlo posible: envíales luz, bendícelos, agradéceles y haz de tu país, con la función que te corresponde, un lugar cada vez mejor.
Referencias:
(1) Imagen usada en esta publicación: Tomada de: Jill Wellington en Pixabay
(2) Textos de la Serie Zencillez, de Estar Bien, escritos por Álvaro Posse, están inspirados en el libro: Zen, Simple Seikatsu No Susume de Shunmyo Masuno.
(3) Paráfrasis del Evangelio de San Mateo 25:31
(4) Texto tomado de Josué 1:6
(5) Hechos 20:35
(6) Textos tomados del libro: "La enseñanza de Buda" de Bukkyo Dendo Kyokai
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