Si hablamos de bienestar, las relaciones con los demás juegan un papel fundamental. Goleman nos ha hablado de la Inteligencia Social para "capear las turbulentas corrientes sociales" de manera que, 1) se conserve la serenidad, 2) se evite responder con actitud agresiva, irritante o hiriente y 3) se lleve a los "ofensores a un terreno emocionalmente más amable", todo porque "las relaciones sociales movilizan las emociones", es decir, en el juego del intercambio lingüístico y paralingüístico, existen emisiones de mensajes e interpretación de los mismos que generan, de modo permanente, la producción de sensaciones: mantenerlas en equilibrio hasta la excelencia, generan climas de paz y armonía.
En la imagen de esta publicación se establecen los dos ingredientes de la Inteligencia Social:
1) La conciencia social: Es interpersonal. "Experimenta el estado interior de otra persona, comprende los sentimientos, los pensamientos y las complejidades".
2) La aptitud social: Es lo que hacemos con esa conciancia, posibilitando las interacciones sencillas y eficaces.
Pero la inteligencia social no comienza con Goleman. Las más antiguas tradiciones espirituales, de sabiduría y religiones, ya sabían de la existencia de esta inteligencia: "La respuesta suave aplaca la ira, pero la palabra áspera hace subir el furor" - frase atribuída a Salomón, Rey de Israel entre los años 965 y 928 a.C.
¿Cómo adquirir o desarrollar la inteligencia social? Comenzar a hacerse consciente de lo que se piensa; del sentimiento que produce ese pensamiento; de modificarlo de negativo a positivo, de pensar antes de hablar y hablar de manera adecuada...
Álvaro Posse
Psicólogo, Educador y Bloguero colombiano
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