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  • Foto del escritorAlvaro Posse

¿Y si la voluntad de Dios fuera el bienestar y no el sufrimiento?

Actualizado: 26 jun 2022



Ahora vamos a hablar de la palabra “Salvación”, pero no de la doctrina que enseña el don divino de evitar padecimientos posteriores a la muerte: esto es resorte de las iglesias de nuestro contexto occidental. Nos referiremos a las acepciones de la palabra “salvación”, usadas en la biblia, tanto en el hebreo del Antiguo Testamento (yesa) como en el griego del Nuevo Testamento (soteria).


Yesa tiene un significado genérico: “introducir en un ambiente espacioso”, pero su uso se da en acepciones metafóricas como la liberación de las limitaciones y de los factores que constriñen, de las enfermedades y de los problemas. (Nuevo diccionario bíblico, 2019)


Soteria, por su parte, tiene tres acepciones: sanar, salvar y conservar. (Bibliatodo diccionario, 2019) La acepción de “sanar”, por ejemplo, podría precisarse en varios pasajes del Nuevo Testamento, entre ellos en Mateo 9:22 cuando Jesús dice, de acuerdo con la mayoría de las traducciones al español: “Tu fe te ha salvado”, para referirse a curaciones de enfermedades.


Salvación y Sanación son sinónimos, o mejor, estar sano se consideraría como una forma de salvación antes de morir. En este, como en varios pasajes, en una dinámica interesada en divulgar la doctrina de la salvación, se omite la acepción más adecuada y precisa, que sería: “Tu fe te ha sanado. Para ilustrar lo anterior, me permito transcribir el pasaje referido del evangelio de Mateo:


“Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva (sana). Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado (sanado). Y la mujer fue salva (sanada) desde aquella hora.


Ahora bien, conservarse, estar sano, salvo, libre de limitaciones, de factores que constriñen y de problemas, como intenciones de Dios, nos llevan a señalar que quienes logran ser conscientes, quienes no necesitan sufrir más a causa de las enseñanzas de la cultura, deben transformar su mente para hacer la voluntad del Padre, que no es otra que el bienestar y la felicidad de los hombres, en medio de todo un sistema pedagógico. San Pablo le habla a los Romanos al respecto: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta.” Y esa renovación de la mente, corresponde a metanoia (meta que significa "después" o "más allá" y nous que significa "mente") que no es otra cosa que cambiar de opinión, renovarse o reformarse, en aras de ser feliz.


Dicho lo anterior, ¿no existe acaso una cercanía entre el cristianismo y el budismo en el tema del bienestar? Tal vez entonces, la voluntad de Dios sea el bienestar y no el sufrimiento, como nos lo enseñaron muchas veces...

 

Imagen de silviarita en Pixabay

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